miércoles, 6 de enero de 2010

"CERCA DEL CIELO"

Comenzaré explicando la razón del título de esta nota, un domingo me invitaron a almorzar a la casa de un muy buen amigo, y entre conversa y conversa saltó el tema de El Cajas, lo que más recuerdo fue la frase de un tío de mi amigo con la que concluyó la conversación: “El Cajas es lo más cerca del cielo que uno puedo estar”; y no se equivocaba.

Cuando uno va al Cajas no solo está cerca del cielo porque está a casi tres mil metros sobre nivel del mar, sino porque ve un paisaje que sólo se lo imagina como el paraíso mismo, como si una parte del cielo hubiese caído a la tierra y se hubiese mezclado como un todo majestuoso y lleno de vida, paz y tranquilidad.

La primera vez que fui al Cajas fue hace tantos años que ni lo recuerdo, pero recientemente volví y quedé maravillado, no solo al volverme a enterar de sus más de 200 lagunas o sus variedades de truchas para pescar, lo que sin más atención me causó fue su paisaje, esa mezcla de pastizales en los que están llamas donadas para el parque por el gobierno del Perú con las montañas, las aves que se cruzan debes en cuando en ese cielo celeste mostrándonos el verdadero sentido de la libertad, o esos patos silvestres que con tanta pasividad vendan esas aguas tan cristalinas y tan frías.



Mentiría si digo que he presenciado lo mejor de él, pues tengo que reconocer que apenas conozco dos lagunas del Cajas, Zorrocucho, Toreadora y en honor a la verdad la que me atrae por lo que he oído es la laguna de la Luspa, que dicen es mejor que las anteriores.

Estar de noche en El Cajas, es creer que puedes alcanzar las estrellas con tan sólo levantar las manos, es conjugarse con la naturaleza buscar perder por un leve instante esas comodidades que tenemos a diario para poder abrumarse por la naturaleza, que nos muestre lo que nunca presenciamos en nuestras ciudades.

Es permitirnos ver el verdadero mundo, ese que el hombre nunca creó, que es producto de la naturaleza, ese mundo que debemos ayudar cuidándolo, ese sería nuestro deber con El Cajas, con el mundo de verdad en el que conviven la naturaleza (plantas y animales) con el hombre y del que nunca nos debemos despegar.



Al Cajas vas a vivir la experiencia de sentirte pequeño ante tanta majestuosidad, vas a sentir ese viento golpeando tu rostro con un sonido único y sin igual; vas a que tu nariz se llene del aroma de la naturaleza, vas a divorciarte por un instante de la cotidianidad, vas para ser un casi nada, en ese espacio de tierra y cielo, te llenas de paz y quietud, agradecimiento y hasta te dan ganas de seguir viviendo, de saber que la próxima vez que vayas va a ser mejor que la anterior e igual de irrepetible porque sabiéndolo o no El Cajas siempre te muestra algo nuevo.



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